miércoles, 23 de noviembre de 2011

OBRAS TEATRALES PARA NAVIDAD

Belén, cuna del pan

Vísperas de Nochebuena. En una ciudad como tantas otras, todo el mundo va y viene de compras. A la puerta de una casa se encuentra un niño andrajoso en actitud mendigante. Algunos bien pocos, on los que dan limosna al niño pobre. Hace un frío gélido que llega a los huesos.

Entre los viandantes pasa un grupo de chavales cantando canciones  de Navidad. Se paran , cantan y marchan al terminar.

MARTINILLO .- Una limosna por amor del Niño Jesús que nació en Belén. una limosna por compasión.

Pasan por alli unos niños, portando cosas necesarias con las qu hacer un Belén. Apenas reparan en la presencia de Martinillo. Se le acerca un niño bien vestido, que por su apariencia denota que es de familia acomodada.

NIÑO BIEN.-Toma Martinillo. No insistas mas, que adentro de casa nos molestas con tus voces lastimeras. No nos dejas hacer el Belén. Vete a otra parte.
MARTINILLO.- No pido por gusto, lo hago por necesidad. Mi padre marchó al cielo y mi madre etá enferma.¿ Quien atenderá a mama y mis dos hermanos menores.
El niño bien se marcha sin inmutarse .Martinillo sigue insistiendo.
MARTINILLO.- Una limosna en nombre de Jesús que nació en Belen. Una limosna por compasión.
Los viandantes son insensibles a las demandas de Martinillo
Pasa un grupo de niños con su maestro al frente. Van cantando un villancico. Se paran hasta terminarlo y se marchan.

De pronto pasa por allí un pordiosero ,que por los gestos que hace, se nota que es ciego.
PORDIOSERO.- Una limosna para este pobre indigente que por no tener, no puede ni ver. ¡ Una limosna para este pobre !
Martinillo se queda asombrado al ver al pobre ciego. Empieza a rebuscarse por los bolsillos y reúne en sus manos todo cuanto había conseguido durante el día y la noche.
MARTINILLO( Observando atentamente al pordiososero pero lleno de amor y comprensión) Tome buen señor. Yo, aunque soy pobre, os doy estos mendrugos de pan y algunas monedas que me han dado durante todo el día .Usted lo necesita mas que yo.
PORDIOSERO.- Extendiendo las manos, en actitud de tocar a Martinillo  ¿ Como te llamas muchacho)
MARTINILLO.-  Señor desde pequeño me llaman  Martinillo, y tengo que pedir porque papá murió y mama se puso enferma de tanto trabajar. Asi es que tengo que mendigar para que coman mis hermanos menores y mama.
PODIOSERO.- En verdad eres pobre y tienes un gran corazón, Jesús dijo en una ocasión " lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis". Martinillo, Dios te dará a conocer el Misterio de la Tierra del Pan.¡  Martinillo queda con Dios.
MARTINILLO .- ¡ Id con Dios!
Pasa otro grupo de niños que cantan villancicos .Al igual que los otros,  se marchan  al terminar.
Aparecen en escena dos ángeles: Alegría de vivir y Luz de Simpatía. Van en actitud de buscar a alguien
ALEGRIA DE V..- Este debe ser el muchacho que andamos buscando
LUZ de S. .-No cabe duda que es,Dios nos lo ha descrito de esta forma.( Como presentándolo al publico ) LUZ de S .-Somos dos Ángeles de la Corte Celestial, que Dios envía para auxiliar a éste Zagal.
 .-En aquélla a Nochebuena fuimos los encargados de anunciar a los pastores el nacimiento del Niño  Dios.
ALEGRIA DE V. .- Venimos a traerle la curación de su madre.
LUZ DE S. .- Y para mayor alegría suya , le vamos a mostrar el nacimiento de Jesús, tal y como ocurrió hace muchos años, muchísimos años, en pago d e su buena acción.
ALEGRIA DE V. .-Dirigiéndose a Martinillo) Despierta que te traemos buenas noticias.
LUZ.- Vas a conocer cosas maravillosas, que les estan vedadas a los soberbios y poco generosos.
MARTINILLO.- ( Asombrado) ¿ Que veo? ¿ De donde habéis salido? ¿ Quiene sois?.
LUZ DE S. y ALEGRIA DE V. .-Somos ángeles enviados por el señor. Venimos a recompensarte de la buena acción que has tenido con el pobre ciego.
MARTINILLO.- 8 No saliendo de su asombro) ¡ Que sueño tan bonito al oir hablar a los ángeles ! Debo estar soñando o enfermo.
LUZ DE S. .- Tu humildad te hace creer que sueñas, pero es realidad. Dios se manifiesta a los humildes y generosos dándoles el ciento por uno por la buenas obras que hacen.
ALEGRIA DE V. .- Vamos a hacerte participe del hecho máS MARAVILLOSO que ha podido ocurrir a la Humanidad..
( los dos ángeles al mismo tiempo ) El nacimiento del Salvador
suena un villancico si letra. Se abre la parte del fondo y aparecen la Virgen y San José
JOSE.- Maria stoy asombrado de ver que mis primos no han querido darnos aposento en su casa.
MARIA.- No te aflijas José, confía en Dios que querrá para su hijo un lugar apropiado para nacer.
JOSE.- Tan sólo un pariente anciano, descendiente de mi abuelo Eleazar, el tahonero, me ha dicho que podemos ir a una cueva de su propiedad que hay por aquí.
MARIA.- Jose ,vayamos presto ha llegado la hora.
(Se retiran despacio al fondo. Pasan unos pastores, que van cantando un villancico, Al terminar salen
Aparecen los ángele y cuatro pastores y pastoras
PATOR 1 He aqui donde ha nacido el Niño. Por fin hemos llegado.
PASTOR 2.- Demos humildemente nuestras ofrendas. Aun que son modestos nuestro regalos, los hemos conseguido cuidando el ganado.
JOSE.- Aquí tenéis a Jesús, pastorcillos. Contemplad, a quien no cabe en el cielo, reclinado en humilde cuna.
MARIA.- Dichosos vosotros, pastores. Habéis sido los primeros en llegar .Los humildes y limpios de corazón, contemplan a Dios.
PASTORA 1 Recibid este presente. Es cuanto he podido traer.
PASTORA 2ª .- Tomad este queso que traigo recién hecho. Es tanta la emoción que tengo que me parece estar en el cielo.
JOSE.- Gracias pastores. Sabemos volarar vuestras ofrendas.
PASTOR 1º .- ( Lleno de alegria,  se dirige a un grupo de niños que van llegando) ¡ Adoremos al niño y cantémosle!
Van pasando cantando villancicos o haciendo sus respectivos número grupos de alumnos.
PASTORES.- ¡ Una estrella se acerca! ¡Una estrella que viene or Oriente!
LUZ DE S. .- Son sabios que vienen de tierras extrañas, estudiosos de los astros. Una vez que han visto esta nueva estrella, han interpretado que Jesús ha nacido en este lugar.
ALEGRÍA DE V. .- ¡ Venid sabios prudentes, y contemplad este bello acontecimiento! Dos en pobre pesebre nos alecciona con tanta humildad!

Todos se postran adorando al Niño. Entregan los reyes  sus ofrendas
Unos niños tapando la escena anterior canta NOCHE DE PAZ , mientras cantan salen todos a escena menos MARTINILLO y los Ángeles.
LUZ DE S. .- 8 SE dirige a MArtinillo, quien se levanta lentamente , Martinillo has visto Belén, cuna del pan, porque lo poco que has dado como pbre, Dios lo mide con mucho.
ALEGRIA DE V. .- Eleazar, el abuelo de José, también paso la vida socorriendo a cuantos pobres acudían a él, gastando buena parte de su hacienda.
LUZ DE S. .- Alégrate  Martinillo, pues por tu buena acción eL Señor te premia con la curación de tu madre.
ALEGRÍA DE VI. .- Y así damos por concluida la misión que Dios nos encomendó.¡ Corre, Martinillo a tu cas Tu madre te espera.¡ Adiós ! ( Martinillo sale aprisa, diciendo adiós con las manos ) ÁNGELES .- ¡ Adiós !

FIN DE LA REPRESENTACIÓN

REPRESENTACIÓN NAVIDEÑA
EDUCACIÓN INFANTIL- INFANTES-
LA POSADA DE ELÍAS   
Hace muchos, muchísimos años y siglos también, en una aldea de Palestina, un hombre llamado Elías tenía una posada para los caminantes y viajeros.
     Aquella helada noche de diciembre, Elías andaba ocupadísimo mientras su esposa Judit trabajaba en la cocina preparando la cena, ayudada por sus sirvientes.
     La pequeña Esther, su hija, era la encargada de abrir la puerta y recibir a los viajeros.
-POSADERO-: ¡ Vamos a trabajar! ¡ Hay muchas cosas que hacer!
-CRIADO 1- : YO traeré leña
-CRIADO 2-: Yo prepararé el fuego
-CRIADO 3-: Yo pondré manteles
-CRIADO 4-: Yo llenaré las jarras
-CRIADO 5 -: Yo barreré el suelo
-POSADERA -: ¡Alguien que me ayude en la cocina¡
-CRIADO 6 -: Yo te ayudaré mi señora
-ESTHER -: Yo calentaré el pan, mamá
- POSADERO -: ¡Eso, a trabajar todo el mundo¡
Así estaban todos de afanados y trabajadores, cuando unos golpes sonaron en la puerta
-MERCADER-: ¿Se puede entrar?
-POSADERO-: Adelante, adelante

Era un rico mercader que venía de la ciudad de vender sus preciosas telas y joyas.
>Elías le ayudó a descargar el resto de la mercancía y fue enseñando sus maravillosas te
>las traídas de Oriente.
>Después Elías mandó a sus criados que le sirvieran buen vino y suculenta cena. Lo que más le importaba era conseguir que gente rica e importante pasara y se alojara en su posada, pues así conseguiría buenos dinerillos.
Como ya había entrado la noche, el mercader decidió retirarse a su habitación a descansar.
Fue entonces cuando...............
      (Suenan golpes en la puerta)
- REY BALTASAR: ¡Abrid la puerta al rey Baltasar¡
- POSADERO: ¡Un rey en mi posada¡
- TODOS: ¡Un rey¡
- POSADERA: Abre la puerta Esther
Era el rey Baltasar que con sus pajes había llegado a la posada para pasar la noche. El  rey se dirigió a ellos diciendo:
- REY BALTASAR: La paz sea con vosotros. Queremos habitación para descansar
- PAJES: Y agua para los camellos
El posadero les hizo pasar. Mando a los criados que llevaran agua a los camellos y a los demás les mandó preparar todo para que el rey se sintiera cómodo y contento.
>Elías estaba entusiasmado pues nunca había tenido en su posada alguien tan importante, ¡seguro que le pagaría muy bien.
Prepararon platos, jarras de vino y calentaron las mejores habitaciones de la posada para que el rey y su séquito estuvieran confortables.
Estaban aún disfrutando de la suculenta cena, cuando de nuevo, fuertes golpes volvieron a sonar en la puerta.
- REY MELCHOR: ¡Abrid la puerta al rey Melchor¡
- ELIAS: ¡Otro rey¡
- TODOS: ¡Otro rey¡
- POSADERA: corre Esther abre la puerta
Eran el rey Melchor que con sus pajes también habían decidido pasar la noche en la posada.
Elías estaba atónito, vio como los dos reyes se saludaban amigablemente. Se acercó a ellos y les preguntó que porqué había tanto rey viajando  esa noche.
Melchor y Baltasar contaron que una estrella que habían descubierto en el cielo, les estaba guiando hasta donde nacería el rey del cielo y la tierra. Ellos la seguían para adorar a ese rey esperado.
Todos dejaron de trabajar para escuchar embobados esas palabras.
Entonces Elías, pensando que eso era puro cuento, mandó a todos que se pusieran de nuevo a trabajar.
- ELÍAS: ¡Vamos a trabajar hay mucho que hacer¡
Y era verdad, pues nunca había habido tanto huésped en la posada. Todos se pusieron manos a la obra para que el rey Melchor y su séquito pudieran cenar y descansar.
Elías se dirigió a su mujer y a su hija y les dijo:
- ELIAS: No abráis la puerta a nadie pues ya no tenemos habitación.
Pero no había terminado de decir la frase, cuando por tercera vez, unos golpes sonaron tras la puerta.
-REY GASPAR: ¡Abrid la puerta al rey Gaspar¡
-ELÍAS: ¡¡¡¡¡Otro rey¡¡¡¡¡¡
-TODOS: ¡¡¡¡¡Otro rey¡¡¡¡¡
No daban crédito a sus ojos cuando al abrir vieron aparecer a un tercer rey, llamado Gaspar, acompañado de su séquito.
- REY GASPAR: Estamos cansados, queremos descansar.
- PAJES: Y agua para los camellos.
- ELÍAS: Pasad, pasad
Toda la posada se convirtió en una gran algarabía. Nadie paraba, todos trabajaban
- POSADERA: Haré más comida
- CRIADO 1: Traeré más leña
- CRIADO 2 : Daré agua a los camellos
- CRIADO 3 : Pondré más manteles
-  CRIADO 4 ; Yo llenaré más jarras
-  ESTHER: Traeré más pan
-  CRIADO 5 : Yo ayudaré a mi señora
- CRIADO 6 : Yo también
- ELÍAS : Yo me llenaré los bolsillos de mucho dinerito, ¡A trabajar!
De pronto, Elías se dio cuenta de un gran problema; ¡No tenía habitación para el rey Gaspar! ¿Dónde dormirían?
¡Ah, ya está! Se acercó a su mujer y le dijo que el rey dormiría en su dormitorio, ella dormiría en la cocina y él se quedaría toda la noche en el salón para vigilar que nadie le robara.
Se lo comunicó al rey que junto con los demás, charlaban alegremente de aquella estrella que les había llevado hasta allí de tan distinto lugar.
Todos se saludaban y disfrutaban de tan agradable noche.
Pero poco a poco, fue llegando el sueño y todos decidieron retirarse a descansar: el rey Baltasar, el rey Melchor, el rey Gaspar , los criados..................
Sólo quedaba Esther terminando de limpiar algunas mesas y su padre que no se cansaba de contar el dinero que le iban a pagar. Elías le dijo a su hija:
-ELIAS : Voy a ver como están los camellos. No dejes entrar a nadie.
Cuando se hubo marchado, unos suaves golpes sonaron en la puerta. Esther, pensando que era algún sirviente de algún rey, abrió sin pensar en la advertencia de su padre.

- JOSE: Soy José y ella es María, venimos cansados
-  ESTHER: No hay habitación
-  MARIA : hemos hecho un largo camino y voy a ser madre
-  ESTHER :  No hay habitación
-  JOSE : Por favor, no encontramos posada
-  ESTHER : No hay habitación
Esther miró a la mujer que era joven y delicada como una flor. Eran pobres, pues llevaban ropas viejas y se les veía el rostro cansado. No se lo pensó más y les dejó pasar.
En esto apareció Elías, vio que su hija habían dejado pasar a unos forasteros y se enojo con ella. Le recordó que le había advertido que no dejara pasar a nadie pues no había más habitaciones.
Después, mirando a los forasteros, les preguntó si tenían dinero. José y María negaron con la cabeza. Elías con tono severo les dijo:
- ELÍAS : ¡¡¡¡¡¡Fuera!!!!!!!!
Y se marchó a la cocina.
Esther estaba avergonzada por su padre, y antes de que José y María empezaran a retirarse, se acercó a ellos, les llamó y les dijo que podían dormir en el establo. Sería mejor que dormir a la intemperie. Era lo único que podía ofrecerles.
- MARIA : Allí el niño estará bien
- JOSE : Gracias.
Los esposos marcharon y Esther, muy triste por lo vivido, se retiró a la cocina para descansar junto a su madre.
Elías volvió al salón, comprobó que ya no estaban los forasteros.
Se sentó en una mesa
Y feliz, se fue quedando dormido.
Pero.............algo mágico empezó a suceder................
               (Aparece una fila de ángeles que rodean a Elías y se dirigen al establo)
Ante tal sonido angelical y pensando que aún soñaba, Elías fue abriendo los ojos. No daba crédito a lo que veía ¿Qué estaba pasando?
>Siguió con la mirada como aquella fila de angelitos se dirigía a su cuadra ¿Por qué?
>Vio una gran estrella en el cielo ¿Por qué?
>Entonces recordó a aquellos viajeros y recordó lo que los Reyes habían dicho sobre la venida del Mesías.
>¡Pero no podía ser! ¡En su establo!
>¡Oh no, el los había arrojado a la calle!
>¡Esos forasteros eran........!¡ Oh no!
Su esposa Judit y Esther también se habían despertado con tanto jaleo. Fueron a ver que pasaba y vieron al niño. Pero también vieron a Elías llorando amargamente su egoísmo. Intentaron consolarle, intentaron llevarle para que viera al niño.
>Pero Elías se sentía tan avergonzado que sólo quería esconderse en el último rincón de la posada.
Fue entonces cuando pensó que lo mejor que podía hacer, para pedir perdón, era ofrecer a José y a María su preciada bolsa de dinero. Se lo entregaría todo y quizás así encontraría perdón a su culpa.
¡Pero él se quedaría sin nada ¡
¡ No importa así sea!
Decidido a marcharse a la cuadra vio como dos ángeles se le acercaban y le decían:
- ANGEL1 : Guarda tu dinero
- ANGEL 2 : El niño quiere tu perdón y un poquito de leche calentita
Así lo hizo, cogió un cuenquito, de leche que calentó con sus propias manos y aderezó con algunas de sus lágrimas y se dirigió al portal donde todos le esperaban sabiendo que había recibido una maravillosa lección.
Después  fueron llegando todos los huéspedes de la posada.
   El mercader
   El rey Baltasar
   El rey Melchor
   El rey Gaspar
   Los criados

Todos  muy felices entregaron sus mejores presentes
 Y TU, ELÍAS DE HOY, ¿NO QUIERES HACERLE ALGÚN REGALO?
>         ASÍ SEA,  ¡GRACIAS!
>                                                                    
Juan Antonio de la Iglesia, Puri Cruz

El Belén que puso Dios

            D. Enrique Monasterio, adaptación del libro en prosa del mismo autor
Título  Pequeña obra de teatro navideña en tres escenas, basada en el libro El Belén que puso Dios

Personajes
Miguel (Arcángel)

Gabriel (Arcángel)

Rafael (Arcángel)

Ángel 1

Ángel 2

Oriente (estrella)

Marta, Sara y Matías (pastores)

Zabulón (pastorcillo tonto)

Salomé (lavandera de la posada)

Virgen María

San José

Joaquín (posadero)

PRIMERA ESCENA



(En segundo plano a la derecha el Portal, dentro Jesús en el pesebre, María y José.

A la izquierda pastoras y pastores duermen al aire libre con sus ovejas.

En primer plano Oriente, la estrella, tiene cara de aburrimiento. Entran los ángeles y le llaman):

Miguel, Gabriel, Rafael y Ángel: ¡Oriente, Oriente!

Oriente: ¿Es a mí?

Miguel: ¿A quién si no...? ¿Acaso no te pasas la vida quejándote de que estás sola?

Oriente: Tampoco exageres. Sólo lo he dicho una vez, además no sé cómo has podido oírme.

Gabriel: Mira, yo me llamo Gabriel.

Miguel: Yo Miguel.

Rafael: Y yo Rafael.

Ángeles 1 y 2: Nosotros somos los representantes de los ángeles.

Rafael: Hemos sido enviados por Dios a prepararlo todo para el nacimiento del Mesías.

Oriente: ¿El Mesías?

Ángel 2: Sí, el Salvador.

Gabriel: Primero estuvimos con Zacarías, el padre de Juan. Supongo que no le conoces: Es un anciano sacerdote que no se creyó nuestro mensaje y nos pidió un signo: Se ha quedado mudo por una temporada.

Oriente: (Preocupada) ¡Menuda prueba!

Miguel: Pero no te preocupes, se le pasará cuando nazca su hijo. Ahora tenemos que preparar un censo...

Oriente: ¿Un qué?

Ángel 1: Un censo, un recuento.

Rafael: (Cansado) Hemos visto a un tal César en Roma y a Quirino, el gobernador de Siria... Estos papeleos son capaces de agotar a un Arcángel.

Oriente: Así que vosotros también os quejáis de vez en cuando...

Gabriel: Ni pensarlo. Lo que pasa es que nos gusta hablar.

Miguel: Por eso Dios nos manda mensajeros a todas partes. Además tenemos un secreto estupendo...

Oriente: ¿Un secreto de los que no se pueden contar?

Ángel 1: ¡Al contrario!

Gabriel: Es tan secreto, tan secreto, que no tenemos más remedio que decírselo a todo el mundo; eso sí, en voz muy baja para que no se enteren los de al lado y así poder contarlo otra vez.

Oriente: ¿Y a quién se lo contáis?

Miguel: A todo el mundo: A los ángeles, a los hombres, a las estrellas, a los borricos, a los pájaros...

(Oriente sonríe y los ángeles le envuelven con sus alas para contarle su visita de parte de Dios a la Virgen, pero muy bajito, de forma que no le oigan las estrellas vecinas):

Ángel 2: Hemos visitado también a la Reina de los Ángeles y de los luceros...

Oriente: (Impaciente) ¿Y qué mensaje tenéis para esta estrella?

Rafael: Aunque por ahora no parezcas una estrella importante, porque no tienes planetas ni lunas, Dios ha pensado en ti desde toda la eternidad.

Ángel 2: Alégrate, Oriente.

Gabriel: Dentro de poco te mirarán los ojos de la Reina, detendrás tu vuelo encima de Belén y detrás de ti caminará una caravana de Magos.

Oriente: (Ilusionada) ¿Y el Niño? ¿Me mirará el Niño?

Ángel 1: ¿Por qué lo preguntas?...

Ángel 2: Los niños recién nacidos tienen los ojos cerrados.

Rafael: Sólo se atreven a mirar a sus madres. Pero Jesús..., no sé.

Miguel: Quizá podamos conseguirte algo...

Oriente: ¡Qué maravilla! Me voy volando al Portal, quiero ocupar mi lugar cuanto antes.

(Oriente se coloca encima del Portal. Los ángeles se acercan a los pastores, quienes se despiertan sobresaltados por el resplandor)

Marta: ¡Sara, despierta, despierta!

Matías: Pero ¿a qué viene tanto alboroto?

Sara: (Señalando al Ángel) ¡¡¡Mira!!!

Zabulón: (A Matías) Papá, tengo miedo, tengo mucho miedo...

Sara: Lo mejor es que corramos a casa cuanto antes.

Ángel 2: No temáis.

Gabriel: Mirad que os anunciamos una gran alegría, que lo será para todo el pueblo.

Rafael: Hoy os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David.

Miguel: Y esto os servirá de señal: Encontraréis a un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.

Ángel 2: Id a Belén.

Ángel 1: Una gran estrella os guiará hasta el Portal.

(Se alejan hasta que desaparecen).

Sara: ¡Qué maravilla!

Matías: ¡Vamos a Belén!

Marta: ¡Eso, así podremos comprobar lo que nos acaban de contar los ángeles!

Matías: (A Zabulón) Ven Zabulón, vamos a buscar al Salvador.

Zabulón: Un momento, pero ¿qué nos han dicho? ¿Habéis entendido esas palabras tan difíciles?

(Salen por la izquierda hacia Belén Marta, Sara, Matías y Pablo. Zabulón se queda solo)

Zabulón: ¡Esperadme, que voy con vosotros!

(Cuando Zabulón se está yendo vuelven a aparecer los ángeles)

Miguel: Zabulón, ven, no tengas miedo. Somos los ángeles que venimos de parte de Yavé. ¿Quieres que te expliquemos por qué estamos tan contentos?

Ángel 1: Dios nos ha mandado que anunciemos el nacimiento del Mesías a los hombres de buena voluntad. Rafael: ¿A que parece sencillo? También nosotros pensamos eso al principio. Pero cuando nos reunimos para hacer la lista, la cosa empezó a complicarse. Tres veces tuvimos que dirigirnos a Yavé para preguntarle qué significaba exactamente “buena voluntad”...

Zabulón: ¿Y qué significa?

Gabriel: Mira, Zabulón, tú te has fijado muchas veces en los pájaros, ¿verdad?

Zabulón: Sí, y mi padre me ha enseñado a distinguir los buenos de los malos. Hay unos que se beben la leche de las cabras...

Gabriel: Y sabes también que algunos vuelan siempre a ras del suelo, picoteando por todas partes, como los gorriones; otros se meten en los basureros o en los establos; algunos sólo están a gusto en lo alto de los árboles más chicos o en los tejados de las casas; pero hay también aves de altura, como las grandes águilas, que se elevan al cielo sin esfuerzo, llenas de majestad.

Ángel 1: A los hombres les pasa algo parecido. Dios les ha creado para que vuelen muy alto...

Zabulón: Entonces, ¿podemos volar?

Rafael: ¡Claro! ¿No vuela la fantasía, la imaginación, el corazón, el deseo, la memoria...? El alma vuela, ¿me entiendes?

Zabulón: Creo que sí, un poquito.

Rafael: Y, sin embargo, algunos se empeñan en revolotear entre los estercoleros o en las charcas más repugnantes. Otros utilizan sus alas, no para lograr una meta, sino para exhibirse en vuelos acrobáticos. Y son pocos los que quieren de verdad alcanzar al que está en lo más alto...

Zabulón: ¿A Dios?

Gabriel: A Dios, sí... Muy bien Zabulón, lo has entendido, ésos son los que tienen buena voluntad, los que alcanzan la sabiduría.

Zabulón: Pues entonces yo no soy como ellos. ¿Cómo podría ser sabio un tonto?

Ángel 1: Te equivocas, Zabulón.

Rafael: Tú lo eres, porque siempre has tenido tu corazón con Yavé, y has soñado con conocerle y amarle. No te importe que tu ingenio sea pequeño, con tal de que alcance la Verdad. Además Dios ha elegido a los necios para confundir a los sabios. Las aves que vuelan más alto no son las que más aletean, sino las que se dejan llevar por el viento desplegando sus alas sin tener miedo.

Zabulón: ¿Y yo puedo ir a ver al Mesías, aunque sólo sea de lejos?

Miguel: Por supuesto, ven con nosotros, te llevaremos junto a Él. Además estoy seguro de que te está esperando y le encantará escucharte.

(Se dirigen hacia el Portal, al llegar Zabulón se sienta a los pies del Niño y habla con Él. Los ángeles se quedan de pie a la izquierda observando la escena)

Zabulón: Jesús, me llamo Zabulón, tengo doce años y soy pastor como mi padre. El ángel que me ha acompañado hasta aquí me ha dicho que lo sabes todo porque eres el Mesías y el Hijo de Dios; pero si me dejas prefiero contarte cosas aunque ya las sepas, porque se está tan bien a tu lado...

Mi madre, Juana, murió cuando me tuvo a mí, y por eso dice mi padre (que se llama Matías, no sé si te lo he dicho ya) que tengo que quererle más que a nadie en el mundo; pero yo le quiero más a él porque está todo el día a mi lado y me enseña muchas cosas. He aprendido a distinguir algunos pájaros, estrellas... (Mirando a Oriente) Me he dado cuenta de que ha aparecido una nueva muy grande justo encima de donde tú estás.

Como ves, Jesús, yo soy un poco tonto... No digas que no, se nota enseguida. Todo el mundo lo sabe. Hay gente que me mira raro y me desprecia, como si yo tuviera la culpa. Yo querría decirles que no soy tonto adrede, que nací así por voluntad de Yavé, y tampoco es tan malo. Sirve, por ejemplo, para hacer reír a los niños. ¡Si supieras lo bien que lo pasamos cuando yo finjo que soy todavía más tonto para que se rían más! ¿Ves? Ya he dicho otra tontería: “Si supieras”, el Ángel me ha explicado hace un rato que Tú lo sabes todo, y ya se me había olvidado...

¿Te gusta este perro? Pues es mío (bueno, de mi padre). Se llama Peque y es mi mejor amigo, porque no se ríe de mí. ¿Te digo una cosa? Nunca había sido capaz de pensar tanto rato seguido sin cansarme, pero no me hago ilusiones: Sé que esto me pasa sólo porque estoy contigo. Es curioso, con el Ángel me ha pasado lo mismo: Cuando se nos apareció mientras dormíamos con las ovejas, yo no me enteré de nada. Dijo palabras tan difíciles que ni siquiera mi padre y los demás comprendieron gran cosa. Imagínate yo, que soy medio bobo... Pero, como el Ángel lo sabía, después de hablar con los demás pastores se me acercó y se puso a charlar conmigo a solas, igual que nosotros ahora, sin que nadie nos viera...

Ángeles: Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

SEGUNDA ESCENA

(A la derecha el Portal, dentro María con Jesús en sus brazos y José haciendo una cuna con madera. Oriente sigue encima del Portal. A la izquierda Zabulón juega con Peque, su perrito. Por el mismo lado aparece Salomé con un cesto de ropa que va a lavar al río. Al oír el llanto de Jesús entra en el Portal)

Salomé: ¿Pero qué estás haciendo aquí, criatura? ¡Quién te habrá enseñado a ti a poner pañales a un niño! A ver, déjamelo, que a la legua se ve que eres primeriza.

María: Ya lo he hecho otras veces: En Nazaret he cuidado a muchos recién nacidos. Y hasta he sido comadrona cuando mi prima Isabel tuvo a su hijo. Claro, que con Jesús no es lo mismo...

Salomé: Así que se llama Jesús... Pues es precioso. ¿Ya te habías dado cuenta, verdad? Claro, tú qué vas a decir... Pero yo llevo muchos años en este oficio y nunca había visto una criatura tan bonita... Bueno, vamos a lo nuestro: ¿Cuántos pañales has traído?

María: Sólo cuatro. El viaje fue tan precipitado...

Salomé: ¡Cuatro...! ¿Qué harías tú si no estuviese yo aquí...? Hala, toma al niño un ratito, que me voy al río a lavar estos dos que están sucios. Y da gracias a Yavé de que haya salido el sol, porque si no, a ver cómo los secábamos... Ya verás lo poco que tarda tu hijo en manchar los que lleva puestos...

(Salomé sale hacia la izquierda y se encuentra con Zabulón que sigue jugando con el perro)

Zabulón: Hola, Salomé, ¿has visto a la Madre del Mesías?

Salomé: ¿A quién?

Zabulón: A la Madre de Jesús, del Salvador, del Hijo de Dios.

Salomé: Oye, Zabulón, ¿sabes lo que estás diciendo? Te lo digo porque tú siempre has sido un poco...

Zabulón: ... un poco tonto, ya lo sé. Pero ahora no me importa. ¿Te cuento lo que me ha dicho el Ángel?

(Salen por la izquierda mientras Zabulón le cuenta lo que le ha dicho el Ángel. Después entran también por la izquierda Marta, Sara, Matías y Pablo camino del Portal)

Sara: ¡Mirad, ahí está la estrella de la que nos han hablado los ángeles!

Matías: ¿Dónde está Zabulón?

Pablo: Se habrá entretenido por el camino, ahora vendrá.

Marta: A lo mejor se ha quedado durmiendo.

Sara:  (Quejándose) Sí, porque llevamos toda la noche andando...

Matías: Pues yo creo que nosotros nos hemos equivocado de camino y por eso hemos tardado tanto. Quizá él haya llegado antes.

Marta: Dejados de quejas, lo importante es que ya hemos llegado.

(Entran en el Portal)

Marta: Aquí está el Salvador: “Un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre”.

Sara: (A Matías) Pero ¿qué vamos a ofrecerle?

Matías: (A la Virgen) Con las prisas no hemos pasado por nuestras casas y no os hemos podido traer ningún regalillo...

María: No os preocupéis.

Matías: Ahora iremos a buscar algo, ¿qué necesitáis?

María: Por ahora nada, ya ha venido Salomé y se ha ofrecido a lavar los pañales del Niño, que era lo más urgente.

Marta: (Acercándose a Jesús y haciéndole gracias) ¡Qué bonito es el Niño!

José: Pensándolo bien, me gustaría que me trajerais unas maderas para hacerle una cuna como se merece.

Matías: Ahora mismo (Sale corriendo y vuelve con unos palos que entrega a José) Toma, aquí tienes. ¿Necesitas ayuda, José?

José: No, muchas gracias.

Marta: ¿Qué os parece si le cantamos una canción a este Niño tan hermoso?

Sara: ¡Buena idea, Marta!

Marta, Sara y Matías:                      Alegría, alegría, alegría,

                                                alegría, alegría y placer,

                                                que esta noche nace el Niño en el Portal de Belén.

(Salen los pastores. Entra Salomé por la izquierda y se dirige al río llorosa. Lava con muchísima delicadeza los pañales, hasta los besa. Luego entra Zabulón y se queda mirándole)

Zabulón: Salomé, ¿pero qué estás haciendo?

Salomé: Nada, Zabulón, métete en tus cosas...

Zabulón: ¡Estabas besando los pañales, te he visto!

Salomé: ¿Besando...? ¡No te fastidia el tontito éste, como te coja te vas a enterar de lo que es bueno!

(Zabulón se va corriendo por la derecha. Salomé termina de lavar los pañales y se dirige al Portal)

Salomé: ¡Ay, señora María, qué vergüenza! ¿Cómo iba yo a saber que eras la Madre del Mesías?... Y el Niño..., tan normalito, tan dormido... ¡Qué horror! Lo que habrás pensado de mí. Además, ¡eres tan joven!: Una chiquilla, reconócelo; y claro, aunque una está acostumbrada a tratar con gente de categoría (ni te cuento los que pasan por la posada en la que trabajo), no es igual; porque ellos se dan importancia, y van estirados, casi ni te miran. Sin embargo tú... Por eso, cuando Zabulón (que hay que ver ese chico, hasta se le ha puesto cara de listo) me ha contado que tú..., ya sabes. Pues no sé si tengo que llamarte Majestad, ni cómo decir lo que quiero decirte... Bueno, pues que estos son los pañales, y si quieres te los lavo otra vez, o hago lo que mandes; pero de aquí no me voy. Ya está. (Rompe a llorar)

María: No llores Salomé, no te preocupes... Muchas gracias por tu ayuda...

José: Mira, Salomé, aquí estoy fabricando una cuna para Jesús con unas maderas que me ha traído un pastor. ¿Qué te parece?

Salomé: Buenísima idea, señor José. (Pensativa) El caso es que ya notaba yo algo. Se veía enseguida que erais un matrimonio distinguido. (A José) Tú, tan alto, tan formal, tan señor a pesar de ser tan joven... Porque tú, ¿qué tienes, veinte? No, no me lo digas. (A María) Y tú, María..., por aquí no las hay así tan preciosas como tú. Es que miras con una carita... (A José) ¿Te has fijado, señor José?

María: ¡Salomé, que me pongo colorada!

José: Bueno, pues así ya somos dos, porque yo debo estar como un tomate.

Salomé: Ahora tenéis que dormir un poco, el día ha sido muy cansado. María, déjame al Niño, así descansas, que estás delicada. Yo le cuidaré mientras vosotros dormís.

(María le da al Niño y José y Ella se sientan y duermen)

Oriente: ¡Miguel, Gabriel, Rafael...!

(Los ángeles aparecen por la izquierda)

Ángel 2: ¡Sssshh...! No hables tan alto, Oriente, que vas a despertar al Niño.

Oriente: ¿Lo dices en serio? ¿Cómo voy a despertar a Jesús a tanta distancia? Ya les gustaría allí abajo poder oír cómo charlamos las estrellas.

Miguel: Bueno, ¿qué quieres?

Oriente: Que me contéis lo que está pasando...

Ángel 1: Por ahora Salomé ha despertado al Niño, y yo creo que lo ha hecho adrede.

Oriente: Ya, ¿pero por qué está aquí?

Ángel 2: Ella es muy importante en el Belén.

Rafael: Ha lavado los pañales del Mesías y ahora es su Ángel Custodio.

Oriente: ¿La lavandera?

Gabriel: Sí. No sé por qué te sorprendes. Ya te dijimos que Yavé ha querido poner un ángel a cada hombre. Y Jesús no podía ser menos...

Oriente: Pero Salomé no es ningún ángel...

Rafael: Eso es lo que dicen los hombres para disculparse cuando se portan mal: Que no son ángeles. Y es verdad, no lo son; son un poco más pequeños o un poco más grandes, depende del punto de vista.

Oriente: No lo entiendo.

Rafael: Desde luego nosotros somos superiores en lo que ellos más valoran: En inteligencia, en poder..., ya sabes. Pero Dios nunca se ha hecho ángel; y sin embargo, ha inventado este Belén para convertirse en niño por amor a los hombres... Dime, Oriente, ¿a quién crees que ama más Yavé: A los hombres o a los ángeles?

(Oriente pone cara pensativa y no contesta)

Gabriel: Pero hablábamos de Salomé, ¿verdad? Te decíamos que es el ángel de Jesús. ¿Crees que era una broma? Fíjate: Ahora tiene en los brazos al Niño y ha empezado a charlar con Él.

Oriente: ¿Y qué se dicen?

Ángel 1: ¡Ni se te ocurra preguntarlo, Oriente!

Rafael: Ni siquiera lo ángeles tenemos derecho a escuchar determinadas cosas... Además hablan en una lengua misteriosa que sólo conocen las madres, los recién nacidos y las niñeras...

Oriente: ¿Y vosotros, que sois tan listos?

Miguel: Te aseguro que algunas veces, hasta los Arcángeles nos sentimos un poco tontos.

Oriente: Oyendo lo que decís cualquiera pensaría que la lavandera es el personaje más importante del Belén.

Ángel 1: Después de Jesús, de María y de José, desde luego...

Gabriel: Fíjate, Oriente: Echa una ojeada al resto de este mundo que Dios ha elegido para nacer. Verás millones de personas; y, dentro de nada, en unos cuantos siglos, habrá miles de millones.

Rafael: Unos trabajarán la tierra; otros arrancarán la energía que Dios encerró en la materia; algunos intentarán imitar al mismo Creador, tratando de sacar universos nuevos de sus pinceles, de sus manos o de sus plumas... Verás sobre todo comerciantes: Montañas de gente que venden y compran cualquier cosa real o imaginaria (casas, mares, derechos, tiempo, números...)

Gabriel: Ellos mismos sospecharán que están locos, pero seguirán enganchados a su locura. Y fíjate especialmente en los que gobiernan: Reyes, tribunos, presidentes... Enseguida se les pondrá la voz campanuda y creerán sinceramente que el mundo gira a su alrededor...

(Oriente está confusa)

Miguel: Mira ahora a Salomé... ¿Quién crees que es más importante?

Oriente: No sé..., yo...

Miguel: Te lo explicaré de otra manera. Tú sabes que en el Cielo hay miríadas de ángeles...

Oriente: ¿Miríadas?

Gabriel: Quiere decir que somos incontables.

Miguel: Y sólo unos pocos miles de millones tienen el oficio de Custodios. Los demás se dedican a trabajos aparentemente más elevados.

Gabriel: Sin embargo, no hay tarea que atraiga tanto a los ángeles como la de servir a otra criatura entregándose a ella por amor a Yavé. Allí arriba todos suspiran por tener un hombre a quien guardar.

Ángel 1: Y no pienses que es fácil.

Rafael: También los ángeles tienen que lavar pañales y pasar las noches en vela, y correr el riesgo de que tu ahijado te ignore durante toda su vida.

Gabriel: Pero vale la pena crecer con él, acompañarle siempre, sugerirle mil ideas al oído con la esperanza de que alguna vez te escuche.

Rafael: Y ser siempre su servidor, casi su esclavo, hasta llevarle al Cielo.

Miguel: Esto, querida Oriente, me temo que en la tierra no lo entenderían, aquí servir parece humillante, los hombres prefieren tener y mandar. ¿Cuántos crees que encontraríamos dispuestos a ejercer el oficio de ángeles de la guarda?

Oriente: Salomé y ¿...?

Gabriel: Sí, Salomé lo ha entendido. Ha elegido la mejor parte y pido a Yavé que nadie venga a relevarle.

(Oriente y los ángeles se quedan mirando a Salomé, que sigue hablando con Jesús)

Salomé: ¡Qué gracioso estás, hijo mío, tan dormidito! Perdona que te llame así, pero se me hace raro tratarte de Majestad. Y más, después de ver cómo ensucias los pañales, verdaderamente no tienes consideración con tu Madre.  (Mirando a María) La pobre, fíjate lo cansada que está, y lo bien que duerme... Mañana mismo me pongo de acuerdo con ella y con tu padre, a ver si me puedo quedar. No le pediré mucho, sólo con librar dos tardes me conformo, y... ¡Vaya!, ahora abres los ojos. No se te ocurrirá llorar ¿eh? No te preocupes, mi Niño, que yo no me separo de Ti. Así que ahora te ríes, ¿se puede saber qué es lo que te hace tanta gracia? ¡Dios mío, qué les daré yo a los niños, que todos acaban por reírse en cuanto me miran a la cara!

TERCERA ESCENA

(Pastores y pastoras duermen al aire libre con sus ovejas. Zabulón se despierta asustado)

Zabulón: ¡Miguel,... ángeles!

Ángel 2: ¿Nos llamabas, Zabulón?

Zabulón: Acabo de tener una pesadilla, estoy muy asustado, ha sido horrible...

Ángel 1: Bueno, tú tranquilo, es tarde y debes volver a dormir.

Zabulón: Un momento...

Ángel 2: Di, Zabulón.

Zabulón: Cuando era chico, antes de dormir, mi padre solía contarme un cuento...

Rafael: ¿No querrás que le despertemos a él también?

Zabulón: No hace falta, seguro que tú sabes historias mucho más interesantes que me ayudarán a no tener pesadillas.

Miguel: (Entre ellos) Jamás habría imaginado que entre las obligacionesde un Ángel Custodio estuviese la de contar cuentos.

Ángel: Claro, que tratándose de la Navidad...

Miguel: ¿Y de qué quieres que te hablemos?

Zabulón: ¿Por qué no me contáis un sueño de Yavé?

Gabriel: De acuerdo, Zabulón, pero con una condición.

Zabulón: ¿Cuál?

Gabriel: Que, a partir de ahora, no se te ocurra volver a decir que eres tonto... Anda, cierra los ojos y escucha:

“Hace muchos siglos, antes de que existiera el universo, Yavé pensó crear la más hermosa de todas sus obras: Soñó con su Madre. En un tiempo remotísimo fue formada, antes de comenzar la tierra. Pensando en sus ojos creó el mar; imaginando su sonrisa llenó las flores de pétalos; añorando sus caricias nacieron las blancas palomas. Y en cada mujer, desde el comienzo del mundo hasta hoy, puso algo de María. ¡Lástima que algunas lo destruyan! Desde entonces ¿sabes cómo llamábamos a María en el Cielo?: El sueño de Yavé. Hasta que un día nació la Virgen y Dios nos dijo su nombre: Llena de Gracia. Así le saludé yo hace nueve meses en su casa de Nazaret...”

(Ven que Zabulón duerme y, con cuidado para no despertarle, salen. Joaquín, el posadero, entra y se dirige al Portal. Se coloca a un lado observando al Niño)

Joaquín: He venido a verte, Jesús, porque me ha dicho Salomé (ya le conoces, es mi empleada de la hospedería) que puedo hablar contigo a solas, en voz baja o incluso sin palabras, porque Tú me escuchas siempre. Ella dice que eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel, y yo le creo. Mi nombre es Joaquín y trabajo en la hostelería desde pequeño. Estoy casado con Susana y tenemos tres hijas y cuatro hijos varones...

Mira, Jesús, esta tarde he hablado con tu Padre porque quería darle explicaciones por lo que ocurrió la otra noche. Nos hemos hecho amigos enseguida y se ha reído mucho con mis torpes disculpas. Resulta que el otro día tus padres llamaron a la puerta de mi posada. Lo primero que me llamó la atención fue tu Madre: Tú sabes que los hijos siempre nos engañamos pensando que nuestra madre es la mujer más hermosa del mundo, por eso una madre es más bella cuando tiene muchos hijos: Porque son muchas las miradas que le embellecen. Sin embargo tú, cuando veas a tu Madre y le compares con lo más bonito del mundo, no te engañarás. Tus piropos nunca serán exageraciones, te lo digo yo. Y no lograrás hacerle más hermosa por mucho que le contemples. Te cuento esto para que entiendas que la otra noche yo habría dado a tus padres toda mi posada si hubiera sido posible. Todavía me pregunto si debería haber echado a todos los huéspedes... Cuando ya iban a marcharse ofrecí María que se quedara con mi esposa en nuestra pequeña habitación, y José y yo vendríamos a este establo a pasar la noche. A tu Madre se le iluminó la cara y dio gracias al Señor cuando dije lo del establo; le dijo a tu Padre que aquí estarían muy bien, así Tú nacerías en un lugar apartado, sin ruidos ni molestias.

¿Sabes lo que he pensado desde el otro día?: Me he dado cuenta de que mi alma se parece a mi posada: Está siempre llena de huéspedes que con su ruido acallan la angustia que de tarde en tarde me encoge el ánimo. Hasta que llegaste Tú: Sólo me pediste un rincón y te he mandado al establo. ¿Qué debo hacer? Desde que pasaste por mi casa he perdido la tranquilidad. Por eso he venido ahora, al terminar el trabajo, no me importa que sea de noche, necesitaba hablar contigo. Lo único que se me ocurre que puedo ofrecerte es mi corazón, aquí te lo traigo, Jesús. Ya sabes que no puedo echar a nadie de la posada porque es un establecimiento público; pero si dentro de mi alma encuentras algún huésped  indeseable, puedes echarle tranquilamente, así Tú estarás más cómodo.

Y volviendo al tema de la hospedería, Salomé, mi empleada, me ha dicho que quiere ocuparse de Ti y de tus padres mientras estéis en Belén. Le hemos dado permiso para faltar al trabajo cuando lo crea necesario. Ella os traerá todo lo que necesitéis...

(Los ángeles cantan un villancico. Con la música los pastores se despiertan y se acercan al Portal, arrodillándose entorno al pesebre. También entra Salomé. Zabulón se sienta al lado del Niño y le coge la mano con cariño. Todos se unen al canto de los ángeles):

                                     A Belén pastores, a Belén chiquillos,

                                        Que ha nacido el Rey de los angelillos.




                                                                              Fin
El viaje de los Reyes Magos

José Rogelio Fernández Lozano
Título  El viaje de los Reyes Magos

INTRODUCCION
Esta representación está pensada para que sea hecha por niños comprendidos entre 8 y 12 años. Lo que no es obstáculo para que la puedan hacer los de mayor o menor edad. En Teatro Leído, también cumplirá mí deseo de acercarnos más a las figuras de los Reyes Magos.
La escenificación se desarrolla en tres lu­gares distintos: En los palacios de cada uno de los Reyes; en un oasis del desierto y en el Por­tal de Belén.
El primer decorado puede ser compartido por los tres Reyes, con juego de luces y sombras y con tules portados por los niños auxiliares. Se usarán también los tules para aparentar distintos tiempos y lugares.
  El vestuario de Reyes y pajes debe ser suntuo­so. El de los Angeles Narradores y Auxiliares de los tules, sencillo pero elegante, así como el de la Virgen y San José.
  Una gran estrella movible, portada por un niño auxiliar, dominará el fondo del escenario.
  Los niños auxiliares colocarán también los distintos elementos del decorado que se requie­ran: almohadones, palmera, regalos, de las dis­tintas escenas.
  La música de fondo ayudará a los cambios de escena y completará el ambiente navideño que se desea crear. Las luces que producirán el día, la tarde o la noche, meterán al espectador en el mundo maravilloso de la ilusión.
  El autor

PERSONAJES
ANGEL NARRADOR
ÁNGEL NARRADORA
REY MELCHOR
PAJE 1º
REY GASPAR
PAJE 2º
REY BALTASAR
PAJE 3º
SAN JOSÉ
VIRGEN MARIA
OCHO AUXILIARES: 6 para los tules. 1 para la palmera 1 portaestrella
 PRESENTACIÓN
 (Los narradores, vestidos de ángeles, se situarán a ambos lados del escenario y elevados sobre el suelo. Los, tules, en línea, simularán el fondo. Música al correrse el telón).
NARRADOR. Aunque soy un angelito,
voy a hacer de narrador,
y si les diera algún grito
es para que oigan mejor.
NARRADORA. Vamos a contar la historia
de los tres Magos de Oriente,
sí me falla la memoria
¿me apuntarás de repente?
(Música de fondo)
NARRADOR. Ahora a Melchor verán,
creo que prepara un viaje,
NARRADORA. con las toses que le dan
y está haciendo el equipaje.
(Música de fondo. Melchor entra tosiendo por derecha, los tules lo encuadran).
EN CASA DEL REY MELCHOR
MELCHOR.
Este resfriado que tengo,
que no paro de moquear,
ya no sé sí voy o vengo,
o me tengo que acostar.
Me llamo Melchor el Mago,
y vivo aquí, en Oriente,
no sé muy bien lo que hago,
 pero soy muy obediente.
Debo marchar a Belén
con mis gentes y camellos,
con otros magos también
a ver sí diera con ellos.
(Entra la Estrella por derecha portada por un niño auxiliar seguida del Paje 1º.)
PAJE 1º
.Mi señor, todo está listo,
ha aparecido la Estrella.
Es‑ la mejor que haya visto,
es muy hermosa, ¡qué bella!.
MELCHOR.
¿Has echado alguna manta,
cataplasmas y edredón?
Este resfriado me espanta,
PAJE 1º. Emprenderemos camino
por la ruta del desierto,
las monedas de oro fino
no se olvide, se lo advierto.
MELCHOR.
A mi edad pongo ilusión
en emprender este viaje.
Lo hago de corazón.
Voy a cambiarme de traje.
¡A Belén! ¡A Occidente!
¡Á perseguir esa Estrella!
 Cuando vaya por'Poníente,
 sabré seguro que es ella.,
(Sale la Estrella seguida de Melchor, estornudando, y del Paje 12 por izquierda. Música de fondo. Entra Gaspar por derecha, quejándose y cojeando. Los tules lo encuadran).
NARRADOR.
Ese que tanto se queja
es el Rey Mago Gaspar.
NARRADOR
.Podéis estirar la oreja,
que le vamos a escuchar.
(La Estrella aparece por derecha).
EN CASA DEL REY GASPAR
GASPAR.
El reumatismo me da,
el invierno ha llegado.
Esa Estrella viene y va
llevándonos un recado.
Es artrosis, es artritis,
es lo uno, es lo otro.
Puede ser apendicitis.
¡Tener que montar en potro!
(Entra Paje 2º por derecha).
PAJE 2º
.Está todo prevenido.
 El equipaje cargado. El lucero ya ha venido,
y el incienso preparado.
GASPAR.
Gaspar el Mago me llaman
por mi poder y riqueza,
y mis súbditos me aman:
 los saqué de la pobreza.
Este viaje hacia Belén
 me ha llenado de alegría, los dolores`no me den,
 qué, sí no, me quedaría.
PAJE 2º
.Mí señor, ¡ perded cuidado l
ya preparé una untura,
con pomada os he dado
para salir con premura.
GASPAR.
Conviene que preparemos
 mejunjes> y pomadillas,
porque, si no, ya veremos,
usaré las zapatillas.
¡Que resuenen los clarínes!
¡En marcha los camelleros!
¡A Belén en los confines!
¡Hay que llegar los primeros!
(Sale la Estrella, seguida de Gaspar, dolorido, y del Paje 2¿ por izquierda. Música de fondo).
NARRADOR.
En su palacio, su casa,
Baltasar está molesto
por no sé qué que le pasa,
oigamos qué dice de esto.
(Entra Baltasar, tocándose la cabeza, por‑derecha. Los tules le encuadran).
EN CASA DEL REY BALTASAR
  BALTASAR.
Cuarenta años seguidos
que me duele la cabeza.
Tengo los sesos ya idos,
el viaje me da pereza
. Baltasar el gran Rey Mago
me dicen en mi nación.
Y esta aventura la hago
con sorpresa y emoción.
(Entra la Estrella y Paje 3º por derecha).
PAJE 3º
.Que fue ayer cuando vino
esta conductora Estrella.
 Nos va a indicar el camino.
¡Hay que ver cómo destella!
BALTASAR.
¿Fuiste a la perfumería?
PAJE 3º
De allí vengo, mi señor.
BALTASAR.
¿La mirra tú comprarías?
PAJE 3º
De calidad no hay mejor.
BALTASAR
Echa también una toalla
para paños de agua fría.
Sí la cabeza me falla,
como turbante se lía.
La Estrella han avistado
otros magos del Oriente.
Prepararé el visado,
partírié con el relente.
¡Dad las órdenes precisas!
 ¡Los caballos! ¡La trompeta!
Que ya nos comen las prisas
por seguir ese cometa.
Es esto algo divino,
que una Estrella, en su vuelo,
nos enseñe el camino.
¡Es grande el poder del Cielo!
(Sale la Estrella seguida de Baltasar, con dolor de cabeza, y Paje 32 por izquierda. Músíca de fondo. Los auxiliares colocan los tules. Otro trae una palmera simulando un oasis).
                      EN EL OASIS
NARRADOR.
Han andado muchos días
por caminos polvorientos
persiguiendo a la Estrella.
Tienen que venir sedientos.
NARRADORA.
A este tranquilo oasis
 puede que lleguen los tres.
Otea con la mirada
y avísanos si los ves
Baltasar el gran Rey Mago
me dicen en mí nación.
Y esta aventura la hago
con sorpresa y emoción.
(Entra la Estrella y Paje 3º por derecha).
PAJE 3º.
Que fue ayer cuando vino
esta conductora Estrella.
Nos va a indicar el camino.
¡Hay que ver cómo destella!
BALTASAR.
¿Fuíste a la perfumería?
PAJE 3º
.De allí vengo, mí señor.
BALTASAR.
¿La mirra tú comprarías?
PAJE 3º
.De calidad no hay mejor.
BALTASAR.
Echa también una toalla
para paños de agua fría.
Si la cabeza me falla,
como turbante se lía.
La Estrella han avistado
otros magos del Oriente.
Prepararé el visado,
partiré con el relente. 
¡Dad las órdenes precisas!
¡Los caballos! ¿La trompeta!
Que ya nos comen las prisas
por seguir a esa cometa.
Es esto algo divino,
que una estrella, en su vuelo,
nos enseñe el camino.
¿ Es grande el poder del cielo!
( Sale la Estrella seguida de Baltasar con dolor de cabeza, y paje 3º por la izquierda. Música de fondo. Los auxiliares colocan los tules. Otro trae una palmera simulando un oasis).
EN EL OASIS
NARRADOR.-
Han andado muchos días
por caminos polvorientos
persiguiendo a la Estrella.
Tienen que venir sedientos
NARRADORA.-
A este tranquilo oasis
puede que lleguen los tres.
Otea con la mirada
y avísanos si nos ves
NARRADOR.­
¡Oh, ya llegan!
¡Oh, que vienen!
Cada uno por su lado.
Lo más seguro es que tienen
el sitio apalabrado.
(Música de fondo. Entran Melchor y Baltasar por derecha y Gaspar por izquierda. Van seguídos de sus pajes, que portan unos almohadones).
MELCHOR.
Soy Melchor.
 GASPAR.
Y yo, Gaspar.
Hagamos presentaciones.
BALTASAR.
Yo me llamo Baltasar.
Y estas son mis intenciones.

Sentaos aquí primero.
Iniciaré‑una historia.
Y su atención les requiero,
que me la sé de memoria.
(Entra la Estrella por derecha y sale por. izquierda).
MELCHOR.¡Esa Estrella!
GASPAR
¡Blanca Estrella!
Allá en el firmamento...'
BALTASAR
Quisiera hablaros de ella.
Apareció de momento...
MELCHOR.
Yo contemplaba la luna,
llegándome un resplandor.
No apareció más que una.
Era la luz del amor.
GASPAR.
A mí me dio un arrechús
al entender que decía
algo de un Niño, Jesús,
y de una Virgen, María...
MELCHOR....
de una burra y de José,
de un portal en la Judea...
BALTASAR....
de un buey. Ya me lo sé,
no hace falta que lo vea.
(Aparece de nuevo la Estrella por la derecha)
MELCHOR.
Está de nuevo llegando.
GASPAR.
Ahora se para, espera.
BALTASAR.
Pues continuemos hablando
debajo de la palmera.
MELCHOR.
Será ese Niño, al fin,
Dios y hombre a la vez.
Su Estrella, desde el confín,
nos ha enseñado quien es.
(Se sientan en los almohadones que han colocado los pajes debajo de la palmera).
GASPAR.
El día aquí pasaremos
nuestras fuerzas reponiendo,
descansados partiremos,
que nos estamos durmiendo.
BALTASAR.
Mañana, al atardecer,
nos tendremos que marchar,
y al Niño Dios ofrecer
los presentes., y adorar.

(Música de fondo. Simulan que duermen. Se oscurece la escena y salen todos. Se ilumina la escena. Los tules enmarcan el Portal. Entran por derecha la Virgen, con el Niño en brazos, y San José; a continuación, la Estrella y la Palmera, que se colocarán junto al Portal).
ANTE EL PORTAL
NARRADOR
.El veinticinco nació,
cumpliendo la profecía,
la Estrella se apareció
sobre el Portal de María.
NARRADORA.
¡Qué lujo! ¡Qué esplendor!
¡Qué vistosos los ropajes!
¡La estrella, qué resplandor!
 ¡Qué elegantes van los pajes!
NARRADOR.
Todo eso por un Niño,
que en un pesebre ha nacido
y no en pañales de armiño.
 í Tan pobre! ¡Tan desvalido!
NARRADORA.
Algo tiene que tener
por encima de las leyes
para venir a ofrecer
su amor a pastores y reyes
( Música de fondo entran los reyes por derecha con su cortejo. Los pajes portan regalos y se situan todos junto al Portal)
JOSE.
Habéis de lejos venido
a postraros a sus pies.
 La Estrella os ha traído
 porque supisteis quien es.
MELCHOR.
Esta mirra, como hombre.
BALTASAR.
Pues como rey, este oro.
GASPAR
Y ahora, en mi nombre,
 incienso al Dios que adoro.
  JOSE.
Mirra, oro e incienso
son regalos para un Dios,
un gracias es poco,
pienso, tenemos que daros dos.
MARIA.
Quiero decir, de momento,
que también os felicito.
Mi Niño está muy contento
y se ha chupado un dedito.
El Niño, Jesús de nombre,
duerme un sueño profundo.
En cuanto se haga hombre
será el Salvador del mundo
(Los reyes se levantan, adelantándose al público, acompañados de sus pajes).
BALTASAR.
¡Oh, qué Niño más gracioso!
¡Qué sonrisa nos ha echado!
¡Es un chavalín hermoso!
¡Creo que nos ha soplado!
MELCHOR.
Es su espíritu, que aquí
en el rostro me ha dado,
y que, penetrando en mí,
el resfriado me ha curado.
GASPAR.
El reuma se fue con tino.
Salto y brinco sin temor.
¡Será el vaho divino!
¡No tengo ningún dolor!
BALTASAR.
¡No me duele la cabeza!
¡No tengo la cefalea!
¡Ahora veo la belleza
de lo que aquí me rodea!
MELCHOR.
Nosotros, con gran poder,
 riqueza y sabiduría,
no hemos sabido entender
que la fe nos sanaría.
GÁSPAR.
Estos apreciados dones,
 estos regalos del Cielo,
abren nuestros corazones...
BALTASAR....
  como descorrer un velo.
GASPAR.
Con oro y piedras preciosas,
de nuestros palacios llenos ...
MELCHOR....
compraremos muchas cosas
 a los niños, que son buenos.
(Reyes y pajes se dirigen de nuevo al Portal y adoran al Niño. Música de fondo).
NARRADOR.
Dos mil años han pasado
del hecho aquí referido.
¡La Navidad ha llegado!
¡Seis de enero, bienvenido!
NARRADORA.
Un mensaje me han dado
‑prestadme mucha atención
como del cielo enviado.
¡Jamás perdáis la ilusión!
(Música de fondo mientras, lentamente, se corre el

T E L 0 N



http://perso.wanadoo.es/a.panales/obras/belencunadelpan.htm

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesarte y muy bonito gracias saludos a E

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