Quisiera añadir a la lista de propuestas la que realizo cada año que empiezo con un grupo totalmente nuevo para mí.
Primero me presento. Puesto que sé que algunos me conocen (es lo que tiene vivir en un pueblo), tengo que mostrarme algo distante. Ya habrá tiempo para recuperar la confianza.
Antes de entrar en clase, yo ya he leído varias veces los nombres y apellidos de todos para familiarizarme.
A continuación, deben presentarse ellos.
Para ello, les muestro una lista de adjetivos. Ellos no lo saben, pero detrás de cada adjetivo hay el recuerdo de un alumno que he tenido en cursos anteriores. Este año, pasaré el vídeo; en otras ocasiones, he impreso cada adjetivo en una hoja y los he ido mostrando (como si fuera una azafata de la lotería). Ese es el plan B, por si falla la tecnología. Los alumnos deben elegir dos adjetivos que definan su carácter. De uno en uno, se van presentando. Pronuncian su nombre y justifican su elección. Mientras, un secretario o yo misma, va anotando en la pizarra los adjetivos seleccionados y el número de personas que lo ha elegido, no el nombre.
Al final, aparece reflejado en la pizarra un perfil del grupo que acostumbra a ser bastante exacto. Mientras ellos memorizan las palabras y las asocian a los nombres de sus compañeros, yo voy entrando en situación con la información que ellos me proporcionan.
Desde el principio, establezco las normas para el desarrollo de la actividad. Estar atentos durante el visionado del vídeo (habrá dos pases). Seguir un orden en el breve discurso de las presentaciones (primero el nombre, después la escuela de la que proceden y, por último, la justificación de los adjetivos elegidos). Guardar silencio durante las presentaciones de los demás.
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