Dado el elevado número de separaciones entre parejas que se producen hoy en día, son muchos los niños afectados por esta situación
La situación de la separación de los padres ha dejado de ser excepcional para pasar a ser bastante habitual
Además del shock emocional que supone para los padres una ruptura sentimental, éstos cargan además con el miedo de cómo toda esa situación repercutirá en sus hijos.Es a partir de los 4 o 5 años cuando los niños son conscientes de que sus padres tienen problemas y cuando sufren el divorcio
Antes de la separación
Los padres deben hablar e informar a los hijos antes de que se produzca la partida
En esta conversación es mejor que estén presentes ambos padres a la vez
Hay que insistirle al niño en que él no tiene la culpa de nada de lo que ha pasado
El niño tiene que saber que esta decisión ya está tomada y que no hay vuelta atrás
Determinar los días que estará con cada cónyuge
Tener una cierta flexibilidad para favorecer la relación de ambos padres con el niño
De común acuerdo con su ex-cónyuge decidan no utilizar a los hijos para presionar al otro bajo ninguna circunstancia, y respetar al cónyuge ausente en los comentarios y conversaciones
No desprestigiar nunca al ex-cónyuge, puede destruir la imagen paterna o materna que son muy importantes para el niño
Las consecuencias que sufre el hijo
Las consecuencias sobre el niño están relacionadas:
con las desaveniencias familiares previas y asociadas a la separación
con el papel que hacen jugar al niño en la separación más que con la propia separación
con la edad y la madurez del propio niño
Es importante permitir a los niños manifestar sus sentimientos de rabia y frustración, acogerlos y no juzgarlos
A veces es necesaria la ayuda de un profesional
Nunca, bajo ningún concepto, los hijos deben sentirse responsables de la ruptura
La primera reacción de los hijos: el desconcierto
Han conocido a sus padres siempre juntos y no pueden darse cuenta de los problemas que provoca el hecho de que ahora comiencen a ver menos a su padre o a su madre
El niño, además, suele ser víctima de crisis nerviosas o depresivas si la tensión entre los cónyuges se traslada a los otros miembros de la casa por discusiones o enfrentamientos violentos.
Poco después, los niños suelen negarse a admitir lo que ya es un hecho
Insisten en la reconciliación de los padres o protestan cada día porque no pueden ven al progenitor que se ha ido de casa
Este periodo puede ser más o menos largo dependiendo de la manera que se ha producido el divorcio
Los padres deben explicar y hablar al niño lo máximo posible para que la situación sea lo menos dolorosa posible
Evitar que el niño esté presente en las discusiones
Es necesario excluir al niño de la tensión que se genera a causa de la separación
Se le puede explicar, dependiendo de su edad, que existen graves diferencias entre los padres
El niño nunca debe presenciar gritos, insultos ni discusiones violentas: si éstas se producen, no debe ser delante de los hijos
Si el motivo de la discordia es su educación, algo que han hecho mal o su custodia tras el divorcio, las medidas de precaución deben ser extremas
Siempre que sea posible, la separación debe ser amigable
Estudios realizados en Estados Unidos y la Unión Europea han demostrado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos que posteriormente, cuando vive sólo con uno de los dos
Los niños quieren sentir que sus padres son felices, incluso aunque sea con una nueva pareja: lo contrario les provoca mucho malestar
Mantener en lo posible los vínculos afectivos con abuelos, primos, tíos, etc.de ambas partes
El niño debe disponer de un espacio propio y estable, tanto en su casa como en la nueva casa del progenitor que se ha marchado
Los amigos y las rutinas diarias deben verse alteradas lo mínimo posible (mismo colegio, horarios, actividades, etc.)
¿Cómo fortalecer la relación con el progenitor que no se convive?
El contacto debe ser lo más frecuente posible a través del teléfono, las cartas, los e-mails, etc.
Los encuentros deben enriquecedores, es decir, que se disfruten por ambas partes, que el niño esté bien, tranquilo y que se sienta acompañado
Es importante que el niño pueda hablar de su escuela, de sus notas, de algún paseo, de sus amigos, de su casa, etc.
Es saludable que el niño conozca cómo es la vida diaria de su papá o mamá (es decir, de aquél que no vive con él) : que sepa sobre su trabajo, que conozca el lugar donde vive, con quién vive, etc. esto le disminuirá el nivel de ansiedad.
La escuela o colegio
Es un lugar muy importante en la vida del niño
Se debe comportir con él lo máximo posible todo lo relacionado con el colegio: irlo a buscar de cuando en cuando, conversar y reunirse con los profesores, participar de las reuniones de padres, fiestas y actividades especiales
Hay que supervisar los cuadernos, facilitarle el material para sus tareas, etc.
¿Es normal que el hijo esté triste o tenga cambios de conducta por la separación?
En la primera etapa de la separación los niños pueden presentar trastornos de sueño o sientan miedo al abandono de ambos padres
Es frecuentes que estén más irritables de lo normal
Pueden aparecer también conductas de tipo regresivo (por ejemplo hacerse pípí cuando ya no se lo hacían, volver a usar pañales) o que aparezcan síntomas psicosomáticos (dolor de cabeza, dolor abdominal...) que expresan el malestar secundario a la separación de sus padres
Pueden mostrarse más retraídos o agresivos, ansiosos o angustiados
El llanto puede ser frecuente: puede tranquilizarlos, es necesario acompañarlos y favorecer que expresen el dolor que sienten
Hasta que no aceptan que volver a juntar a sus padres es imposible pueden mostrarse tristes e infelices
Pueden aparecer situaciones de "chantage emocional" cuando uno de los dos padres los regaña: es importante no caer en ese "juego" del niño
Pueden aparecer también transtornos del sueño, la alimentación o el rendimiento escolar
Cuando consultar con un profesional
Cuando detectemos:
*
cambios muy importantes de conducta
excesiva tristeza
falta de interés en las atividades diarias del niño
otros síntomas que nos llamen poderosamente la atención
El papel de los mediadores
Cuando la separación no es amistosa, se puede acudir a un servicio de mediación familiar o a los tribunales de justicia
Siempre que sea posible hay que procurar judicializar lo mínimo la vida del niño
Intentar que los hijos no se utilicen como un elemento de chantaje emocional que puede provocar largas y estresantes peritaciones y la asistencia a juicios
Evitar los desacuerdos
No manifestar los desacuerdos de pareja delante del niño
Hablar e intentar llegar a acuerdos en las decisiones importantes (por ejemplo los castigos, el tiempo de TV, lo que se le compra, etc.), * No predisponer en contra del otro progenitor y transmitir ideas positivas del mismo, sin mentir
Los regalos y las concesiones excesivas
En algunos casos se intenta compensar el estrés que produce la separación en el niño con regalos y concesiones que, normalmente, no se harían
Hay que evitar ese exceso de permisividad y actuar siempre de común acuerdo con el otro progenitor
Esto evita entrar en el juego afectivo del niño ("mamá/papá sí me lo compra y tú no me lo compras porque me quieres menos")
Los pequeños no lo entienden
Es a partir de los cuatro o cinco años cuando los niños son conscientes de que papá y mamá tienen problemas y cuando sufren el divorcio. La primera reacción de los hijos es el desconcierto por una situación que saben que existe, pero que no entienden.
Ellos han conocido a sus padres siempre juntos y no pueden darse cuenta de los problemas que provoca el hecho de que ahora comiencen a ver menos a su padre o a su madre. El niño, además, suele ser víctima de crisis nerviosas o depresivas si la tensión entre los cónyuges se traslada a los otros miembros de la casa por discusiones o enfrentamientos violentos.
Poco después, los pequeños suelen negarse a admitir lo que ya es un hecho: insisten en la reconciliación de los padres o protestan cada día porque no pueden ven al progenitor que se ha ido de casa. Este periodo puede resultar más o menos largo en función de la manera en que se haya producido el divorcio; en definitiva, según los padres hayan logrado explicar y hacer lo menos dolorosa posible la situación
Evitar que presencie discusiones
Si realmente no se quiere hacer que el hijo sufra por los problemas de sus padres es necesario excluirlo de la tensión que se genera por esta causa; eso no quiere decir que no sepa que existen graves diferencias. Cuanto mayor es el niño, mejor puede asimilar el hecho de que existen problemas, siempre que no los perciba a través de gritos, insultos y discusiones violentas. Si éstas se producen, no debe ser delante de los hijos; si el motivo de la discordia es su educación, algo que han hecho mal o su custodia tras el divorcio, las medidas de precaución deben extremarse.
Separación amigable
Varios estudios de psicología infantil desarrollados en Estados Unidos y la Unión Europea han demostrado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos que posteriormente, cuando vive sólo con uno de los dos y ve al otro en un nuevo ambiente e, incluso, con una nueva pareja. Estas reacciones no son difíciles de entender; los niños quieren sentir que sus padres son felices; lo contrario les provoca muchas alteraciones.
Si la separación es amigable a sus ojos, la tensión generada desaparecerá. El pequeño percibe que su papá y su mamá ahora sonríen y juegan con él más que antes; además ahora tiene dos casas que son suyas, dos cuartos, dos armarios de juguetes y en cada visita su progenitor le tiene preparado un programa de diversiones que antes, cuando vivían juntos, solía disfrutar con mucha menos frecuencia.
¿Cómo enfrentar la separación de los padres?
La Separación de los padres es siempre una situación dolorosa para todos los miembros de la familia, por lo cual es importante permitir a los niños manifestar sus sentimientos de rabia y frustración, acogerlos y no enjuiciarlos. Ellos requieren muchas veces de la ayuda profesional, no deben sentirse culpables del rompimientO
¿Cómo fortalecer el vínculo con aquel o con el que no se vive ?
Lo más recomendable es el contacto frecuente, al menos conversaciones por teléfono, para que así la visita de fin de semana no sea algo extraordinario. Considere además, las cartas, los e-mails, que pueden ser herramientas facilitadoras de la comunicación con los/as hijos.
Que los encuentros se destaquen por ser de buena calidad, es decir, que se disfruten, que el niño esté bien, tranquilo, que se sienta acompañado. Que sean instancias en las que exista el diálogo entre padre/madre e hijo, que el niño pueda hablar de su escuela, de sus notas, de algún paseo, de sus amigos, de su casa, etc.
La escuela o colegio es un ámbito de suma importancia en la vida del niño, por ello es aconsejable que, aunque no vivan juntos, comparta todo lo relacionado con él: llévelo o tráigalo alguna vez, converse con los profesores, participe de las reuniones de padres, fiestas y actividades especiales; mírele los cuadernos, facilítele material para sus tareas, etc.
Es saludable que el niño conozca cómo es la vida diaria de su papá o mamá (es decir, de aquél que no vive con él), por ejemplo, que sepa sobre su trabajo, que conozca el lugar donde vive, con quién vive, etc. esto le disminuirá el nivel de ansiedad.
¿Qué pasa si las visitas no son regulares?
Cada vez que el papá -o la mamá- dice que viene y no lo hace, o bien llega mucho más tarde de la hora que estipuló, los niños vuelven a vivir el abandono que sintieron cuando supieron que los padres se separaban. Ello les causa mucha angustia y miedo a quedarse solos.
Una situación similar se produce cuando la madre o el padre, que vive con él/ella, se opone a que el/la niño vea a su progenitor, ya que lo priva de un cariño necesario.
Lo mejor es que las visitas sean programadas y fijas. Así el/la niño/a sabrá, por ejemplo, que todos los domingos puede esperar a su padre listo y lleno de emoción, o que todos los días lo irá a buscar a la salida del colegio para llevarlo a casa. La idea es establecer una rutina que no debería romperse, a menos que las causas fuesen realmente justificadas. También puede darse espacio al encuentro espontáneo si ambos desean compartir una ocasión especial.
Lo bueno es que hagan algo que disfruten todos. No se trata de que el papá se convierta en un "viejito pascuero" de fines de semana, tratando de compensar a los niños con regalos y golosinas. Debe continuar educando y orientando a sus hijos. Puede ayudarlo por ejemplo en las tareas escolares y asistir a las reuniones de apoderados.
¿Cómo organizo las cosas después de la separación?
Aclare la situación y relación que los hijos tendrán con el padre que deja el hogar.
Si se comparte la tenencia de los hijos, establezca las reglas del juego y que ellas sean iguales con ambos padres.
Conserve buenas relaciones con las familias de origen de ambos (abuelos, por ejemplo). Recuerde que ésta es una relación de apoyo para los hijos en este momento.
Evite la sobreprotección del niño/a por pena; trátelo como a un niña "normal" de su edad. Si no, no le ayudaremos a crecer, acabará comportándose de forma inmadura y más infantil de lo que le corresponde.
Todas las personas tienen virtudes y defectos; también los padres. Hable con el/la niño/a del otro progenitor con argumentos reales, sin caer en la ficción.
Los puntos más conflictivos de los padres tras la separación suelen ser: los hijos, el dinero y las nuevas relaciones. Trate de ser objetivo/a y no intente poner al hijo/a de su parte. Hay que solucionar estas cuestiones, sin involucrar a los niños.
¿Es normal que mi hijo/a esté triste o cambie su conducta por la separación?
Es común que en la primera etapa de la separación los niños sufran trastornos de sueño, sientan miedo al abandono de ambos padres, estén irritables, o tengan conductas regresivas. Asimismo pueden mostrarse más retraídos o agresivos.
También son esperables reacciones de ansiedad, e incluso angustia. El llanto puede ser frecuente, esto les tranquiliza y se hace necesario acompañarles y favorecer la expresión del dolor que sienten.
Pueden insistir una y otra vez en el deseo de que los padres vuelvan a estar juntos. Hasta que no aceptan que esto no es posible, se muestran muy tristes e infelices.
Algunos se acuerdan del otro progenitor, cuando el que está con ellos les regaña; y desean tanto estar con el otro, que incluso pueden llegar idealizar más al otro progenitor, al ausente, pues sólo recuerda los buenos ratos pasados con éste.
Si ante una separación notamos grandes cambios conductuales, depresión, tristeza, falta de interés en las actividades diarias y otros síntomas que nos llamen poderosamente la atención es recomendable buscar ayuda profesional.
La separación y los hijos: resumen de las recomendaciones mas importantes
El divorcio es una situación frecuente que enfrentan las familias actualmente. Los niños son los principales afectados en estos casos y el deber de ambos padres es el tratar de minimizar los efectos que su decisión producirá en ellos.
El ideal es que los niños mantengan una relación con ambos padres lo más similar a la previa al conflicto.
Informe a sus hijos antes que se produzca la partida de la casa de alguno de los cónyuges, hágalo de común acuerdo con su ex-cónyuge en reunión conjunta. Háganles saber que la decisión no tiene nada que ver con la conducta del niño, ni que nada que ellos hagan va a cambiar la decisión.
Repítales reiteradamente que ambos los quieren y seguirán queriéndolos igual, pese a que no estarán tan juntos como antes.
Definan los días en que verán o saldrán con cada uno de ustedes y respétenlos con las flexibilidades que favorezcan la relación de ambos padres con el niño.
De común acuerdo con su ex-cónyuge decidan no utilizar a los hijos para presionar al otro bajo ninguna circunstancia, y respetar al cónyuge ausente en los comentarios y conversaciones.
Los padres que se separan lo hacen por decisión consensuada, también lo hicieron cuando decidieron casarse, si UD. desprestigia a su ex-cónyuge se está también auto desprestigiando, además de destruir la imagen paterna o materna que son importantes para el niño
Aprovechen los tiempos libres para pasar junto a ellos y manteniendo contacto en común en los diferentes aspectos de la vida del niño: escuela, deportes, entretenciones, etc.
Evítele nuevos cambios además de la separación, manténgalo en el mismo colegio, casa, amigos, etc. El niño no está preparado para tantos cambios como los que puede haber en estas circunstancias.
Póngase de acuerdo con su ex-cónyuge y aplique normas de disciplina similares en ambos hogares. No intente Ud. hacer de bueno y que el otro es el malo. Piensen siempre en el bienestar de su hijo y no en las rencillas propias.
No trate de compensar su presencia o salidas en conjunto con regalos exagerados, sobre todo si Ud. puede hacerlos y su ex-cónyuge no.
Si los padres quieren el bien del niño, deben ser aliados distantes que tienen que colaborar en el objetivo común. Evite pelear y discutir frente a sus hijos. Esto puede echar por tierra todo lo conversado y logrado durante mucho tiempo.
Si su ex-cónyuge tiene ventajas para cuidar de su hijo, déle la custodia. Si Ud. cree tenerlas convenza y no litigue, sea honesto en ese sentido y cautele el derecho y deber del otro cónyuge a estar y convivir con el niño.
Si Ud. cree que la situación causa muchos problemas al niño, es conveniente consultar con un especialista según el consejo de su médico tratante.
Emily Palau Asistente en discapacidad-Acompañante terapéutica - Estimuladora temprana-Interprete de LSA
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